UN SIMILLIMUM PARA SIEMPRE
¿VERDAD O UTOPÍA?
Samuel Hahnemann nos dice en el # 10 del ORGANON:
"EI organisnto material, sin la fuerza vital, es incapaz de sentir, de obrar, de conservarse a sí mismo, todas las sensaciones nacen y todas las funciones vitales se realizan por medio del ser inmaterial (el principio vital) que lo anima, tanto en el estado de salud como en el de enfermedad."
Alrededor de esta fuerza vital es que se mueve todo nuestro sentir unicista y pascheriano, y es en referencia a esta guía que nos dirigimos hacia la elección de un medicamento acorde y dinámicamente similar. Sin embargo: ¿Es dicha fuerza vital siempre igual y coherente consigo misma a lo largo de la vida? Es decir: ¿Debemos tender a encontrar un remedio que sea el espejo fiel de un dinamismo que no cambia, pese a su movimiento intrínseco, a lo largo de toda la experiencia de un devenir individual?
Para aclarar un poco estas cuestiones habremos de recordar que la FUERZA VITAL es aquello inmensurable que mantiene con vida a un organismo; aquella cualidad que permite distinguir lo vivo de lo muerto. A este respecto se puede intentar considerar a la fuerza vital como un árbol de sólo dos ramas o una cruz con sus dos brazos. Al primero y vertical lo denominaremos FUERZA MORFOGÉNICA y al horizontal FUERZA CONSERVADORA. No obstanle, el sentido de ambas
Pues bien, si la fuerza vital en su aspecto morfogénico tiene un patrón constante, ya que cada individuo conserva hasta su muerte, más o menos según el índice catabólico, el mismo color de ojos, la textura de sus faneras, su altura, su complexión, etc. ¿Por qué no habríamos de pensar que igualmente en su aspecto conservador debe observarse un similar plan permanente; vale decir: una forma estable sobre la cual pued desarrollarse el poder de restablecer los daños en la economía, una especie de enconfrado o esqueleto matriz? Pues si la FUERZA VITAL es una sola y en uno de sus brazos funciona con un patrón invariable, podemos y debemos deducir que en el otro sucederá exactamente de la misma manera. O sea que en pocas palabras, elSimillimum DEBE ser uno sólo a lo largo de la vida, o de lo contrario bajo qué directriz actuaría la fuerza vital para llevar a cabo su efecto reparador y conservador. Si una empresa cambia de gerente o de directorio en forma total
cada determinado tiempo, ¿sigue siendo la.misma empresa? Y si el directorio ha cambiado pero conserva la misma mentalidad que sus predecesores convengamos en que a los fines prácticos no ha variado, ya que el plan global de organización, planificación y función continúa siendo el mismo. Si un individuo cambia de esqueleto matricial ya no es más ese individuo. Si José Fernández, por ejemplo, observa "plan" temperamental básico y luego otro, ya no estámos hablando de é1, sino de Juan Pérez o de algún otro. Hay que entender que el SIMILLIMUM no es lo que se ve siempre, sino
lo que "sostiene", "cimientos", "base", de la estructura anímico-funcional-orgánica. Es a este concepto al que se refería el Profesor Tomás Paschero cuando hablaba de: "...buscar la angustia profunda, el genio, que define el más hondo sufrimiento de ese ser, su meollo existencial."
cada determinado tiempo, ¿sigue siendo la.misma empresa? Y si el directorio ha cambiado pero conserva la misma mentalidad que sus predecesores convengamos en que a los fines prácticos no ha variado, ya que el plan global de organización, planificación y función continúa siendo el mismo. Si un individuo cambia de esqueleto matricial ya no es más ese individuo. Si José Fernández, por ejemplo, observa "plan" temperamental básico y luego otro, ya no estámos hablando de é1, sino de Juan Pérez o de algún otro. Hay que entender que el SIMILLIMUM no es lo que se ve siempre, sino
lo que "sostiene", "cimientos", "base", de la estructura anímico-funcional-orgánica. Es a este concepto al que se refería el Profesor Tomás Paschero cuando hablaba de: "...buscar la angustia profunda, el genio, que define el más hondo sufrimiento de ese ser, su meollo existencial."
Entre otras cosas, puede ayudarnos a comprender esto cierta frase del refraneo popular como: "...Genio y figura, hasta la sepultura..." Un individuo puede cambiar sus átomos cada X (siete)
años, renovándose aparentemente en forma total, (lo que coincide entre otras cosas, con la duodécima parte del período de traslación alrededor del Sol del planeta Urano, que dura unos 84 años aproximadamente, recordándonos una vez más aquel adagio alquimista: "...así como es arriba, es abajo...") Pero sigue conservando su IDENTIDAD, una manera de ser que no cambia pese a las mutaciones superficiales y profundas que sufre a lo largo de la existencia.
años, renovándose aparentemente en forma total, (lo que coincide entre otras cosas, con la duodécima parte del período de traslación alrededor del Sol del planeta Urano, que dura unos 84 años aproximadamente, recordándonos una vez más aquel adagio alquimista: "...así como es arriba, es abajo...") Pero sigue conservando su IDENTIDAD, una manera de ser que no cambia pese a las mutaciones superficiales y profundas que sufre a lo largo de la existencia.
Tendemos a explicar siempre la disposición constitucional del ser vivo que nos impele a buscar el simillimum correspondiente, por el antiguo concepto de TEMPERAMENTO, ya presente en Hipócrales y sus cuatro humores, como así en el propio Galeno, que habló de DISPOSICION PRETERNATURAL, CRASIS, CONTEXTURA HUMORAL O DIATESIS. Este temperamento es el que tiende el puente entre el consciente "Yo soy", del hombre que expresa así su individualidad y
se sabe "viviente" y el cuerpo objetivo y material que vemos y tocamos. El primero, es sólo accesible a la experiencia subjetiva; rnientras que el segundo, es pura mente objetivo. Como muy bien dice el Profesor Paschero en su libro "HOMEOPATIA", el temperamento constitucional se erige así como el CONECTOR NECESARIO entre la experiencia del yo consciente y la realidad observable y experimentable, conector cuyo parcial desconocimiento dividió el pensamiento filosófico a lo largo de los siglos en el intento de aprehender la realidad humana.
Pues bien, la obcecada disposición de ciertos colegas homeópatas a no admitir la necesaria permanencia de una "forma" organizadora manifiesta en la fuerza vital a lo largo de toda la vida podría explicarse por la confusión entre la invariabilidad del concepto TEMPERAMENTO y la adecuación más o menos cíclica del ser a sus circunstancias, en las que se muestra tanto activo como pasivo, y que conforma el denominado CARACTER, el cual sí está sujeto a una ecuación diacrónica mientras que no lo está el temperamento, base de aqué1.
Existe por otra parte, fruto de una malentendida herencia metafísica cristiana (agustinismo, verbigracia) un latente y relativamente inconsciente desprecio del cuerpo, de todo lo material por parte de ciertos colegas homeópatas de honda impronta teísta. Este desprecio latente lleva a considerar como imposible la permanencia de una estructura temperamental a lo largo de la vida, debido a la consabida condición corrupta de toda materia, sometida al devenir y a la rnorbilidad: cuando no al platónico concepto de "cárcel del alma".
se sabe "viviente" y el cuerpo objetivo y material que vemos y tocamos. El primero, es sólo accesible a la experiencia subjetiva; rnientras que el segundo, es pura mente objetivo. Como muy bien dice el Profesor Paschero en su libro "HOMEOPATIA", el temperamento constitucional se erige así como el CONECTOR NECESARIO entre la experiencia del yo consciente y la realidad observable y experimentable, conector cuyo parcial desconocimiento dividió el pensamiento filosófico a lo largo de los siglos en el intento de aprehender la realidad humana.
Pues bien, la obcecada disposición de ciertos colegas homeópatas a no admitir la necesaria permanencia de una "forma" organizadora manifiesta en la fuerza vital a lo largo de toda la vida podría explicarse por la confusión entre la invariabilidad del concepto TEMPERAMENTO y la adecuación más o menos cíclica del ser a sus circunstancias, en las que se muestra tanto activo como pasivo, y que conforma el denominado CARACTER, el cual sí está sujeto a una ecuación diacrónica mientras que no lo está el temperamento, base de aqué1.
Existe por otra parte, fruto de una malentendida herencia metafísica cristiana (agustinismo, verbigracia) un latente y relativamente inconsciente desprecio del cuerpo, de todo lo material por parte de ciertos colegas homeópatas de honda impronta teísta. Este desprecio latente lleva a considerar como imposible la permanencia de una estructura temperamental a lo largo de la vida, debido a la consabida condición corrupta de toda materia, sometida al devenir y a la rnorbilidad: cuando no al platónico concepto de "cárcel del alma".
Es evidente que considerando de absoluta primacía todo lo espiritual", en detrimento de lo "corporal", dichos colegas aboguen por el continuo cambio de perfil constitucional, ya que lo único que permanecería inmutable sería entonces el nivel "espiritual".
Pero ni lo espiritual es tan inmutable, ni lo corporal tan absolutamente sujeto al "río" de Heráclito, por emplear un poco viciadamente el dualismo "mente - cuerpo". El hilemorfismo aristotélico es un poco más claro a este respecto, ya que para este filósofo, sólo existe una UNICA SUSTANCIA como cualidad definitiva del ser y dos PRINCIPIOS "intrínsecos" del mismo: la FORMA y la MATERIA: atendiendo sin embargo a la cosmovisión de que el ser es uno solo: una sola y única SUSTANCIA nacida del encuentro podríamos decir así, de la FORMA y la MATERIA.
Pero ni lo espiritual es tan inmutable, ni lo corporal tan absolutamente sujeto al "río" de Heráclito, por emplear un poco viciadamente el dualismo "mente - cuerpo". El hilemorfismo aristotélico es un poco más claro a este respecto, ya que para este filósofo, sólo existe una UNICA SUSTANCIA como cualidad definitiva del ser y dos PRINCIPIOS "intrínsecos" del mismo: la FORMA y la MATERIA: atendiendo sin embargo a la cosmovisión de que el ser es uno solo: una sola y única SUSTANCIA nacida del encuentro podríamos decir así, de la FORMA y la MATERIA.
Esta SUSTANCIA que es, en principio, cada uno de los entes visibles, si la referimos a los seres vivos estaría entonces compuesta de una base invariable: el temperamento o esqueleto matricial biológico-anímico presente en toda la escala evolutiva, y la actualización existencial de ese ser en orden a su fin último, su teleología, que le hace evolucionar y mutar, presente sólo en la especie humana. El punto en el cual la especia humana debe "sufrir" la pertenencia a la existencia concreta, mientras se esfuerza por alcanzar la cima evolutiva, lo consütuye justamente su TEMPERAMENTO BASICO, objetivado en una sustancia natural que le corresponde casi en espejo, por lo menos en lo esencial de su dinámica mórbida.
Ahora bien, ¿Cómo hallar en el maremagnum de datos, síntomas y símbolos que componen la personalidad del hombre, el hilo de Ariadna que nos lleve al tan ansiado remedio único? ¿Cómo evitar ser burlados por nuestras propias ansiedades, proyecciones, y las más de las veces por el ego personal que se alimenta de la gloria y el aplauso? Pues el camino es sólo uno, que no por enunciado tantas veces es por eso más comprendido: el del MEDICO MEDICINA; la propia persona del médico como agente curativo, más allá de sus remedios y sus técnicas.
Si un homeópata no ha vivido su sino de dolor en el ser, si no ha palpado por lo menos alguna vez su "pathos", sólo será un pobre falsario envanecido de sus títulos doctorales y su fatuo saber, pues la
verdadera SABIDURIA (del latín "sapere" = gustar, saborear) consiste en haber...1a existencia, primero la propia, para luego poder hacer algo con la de los demás.
verdadera SABIDURIA (del latín "sapere" = gustar, saborear) consiste en haber...1a existencia, primero la propia, para luego poder hacer algo con la de los demás.
Podemos decir sin temor a equivocarnos que el camino hacia el otro, el semejante, el prójimo que nos viene en demanda de alivio a su dolor pasa por la persona del homeópata mismo, pues si no es veraz
consigo, tampoco lo será para "ver" en el otro y, por lo tanto, para cumplir el sabio y simple enunciado del # 3 del organón: "Si el médico percibe con claridad lo que hay que curar en las enfermedades...entonces habrá comprendido la manera de curar juiciosa y racionalmente y será un verdadero médico".
consigo, tampoco lo será para "ver" en el otro y, por lo tanto, para cumplir el sabio y simple enunciado del # 3 del organón: "Si el médico percibe con claridad lo que hay que curar en las enfermedades...entonces habrá comprendido la manera de curar juiciosa y racionalmente y será un verdadero médico".
Grupo de investigación y perfeccionamiento profesional de Homeopatía Unicista ( 03690 San Vicente - Alicante). Revista de Homeopatía Unicista PROEMIA, 1996 (Nº 2)
Dr. Jorge M. Ferrara. L.995